¿"XENOFORMO" O "XENOMORFO"?, LA REAL ACADEMIA DE LAS LETRAS, LO ACLARA.
De entre todos los horrores, aquel que se resiste a una descripción es el más aterrador y, al mismo tiempo, el más cautivador: desde el monstruo que se oculta en un armario hasta las fauces que, aparentemente, acechan (o así lo creemos. . . ) en el fondo de un abismo, lo indefinido y lo innombrable poseen una forma singular de atracción que, a pesar de nosotros mismos, puede resultar irresistible. Este aspecto fue comprendido de manera notable por Ridley Scott, Dan O'Bannon, Ronald Shusset y H. R. Giger, los artífices de la saga Alien.
Desde 1979 hasta el presente año, cuando 'Alien: Planeta Tierra' introduce a las criaturas biomecánicas y quitinosas en la plataforma Disney+, los archenemigos de Ripley (Sigourney Weaver) han asegurado un lugar destacado entre los monstruos más emblemáticos en el ámbito cinematográfico. Este reconocimiento se debe no solo a su insaciable voracidad o a sus hábitos reproductivos grotescos, sino también a la incertidumbre que los rodea, a pesar de los esfuerzos de Scott por aclararla en Prometheus.
Inexplicables e impredecibles, estas entidades espaciales han generado, desde entonces, una abundante cantidad de literatura (tanto académica como popular) sobre su posible simbolismo, sin que los académicos hayan logrado alcanzar un consenso. Esta ambigüedad no se limita a las esferas culturales elevadas: a un nivel más cotidiano, los aficionados han pasado 46 años sin saber cómo se denominan realmente estas criaturas malditas.
A primera vista, la cuestión que planteamos parece tener una solución sencilla: desde el estreno de la primera película, todos se refieren a nuestras aberraciones favoritas como "los aliens" ("el alien", en singular). Aunque esta terminología resulta práctica, implica un riesgo: según el contexto, la palabra inglesa "alien" puede traducirse como "extraterrestre", pero también como "forastero", "extraño", "alienígena", y "desconocido".
Al renombrar ese guion cuyo título original era "Star Beast", Dan O'Bannon enfatizó su elemento de misterio. Pues, mientras la criatura titular devora uno a uno a los tripulantes del Nostromo (y, con ellos, al espectador), estos se encuentran incapaces de encerrarla dentro de los límites de la razón: solo saben que ha llegado "de otro lugar" (y también de las entrañas de John Hurt, pero eso lo entendemos).
Poco inclinado hacia lo místico, James Cameron contribuyó con su enfoque al estreno de Aliens en 1986: fue en esta secuela, durante una reunión de los marines coloniales, donde se escuchó por primera vez el término "xenomorph", que puede ser traducido al español como "xenomorfo".
Este término, de origen griego y cuya traducción más aproximada es "forma extraña", no se refiere directamente a las criaturas de LV-426, y el contexto de la película sugiere que se utiliza para describir cualquier ser extraterrestre, pero su sonoridad permitió que se popularizara rápidamente entre los aficionados, e incluso que fuera adoptado oficialmente por la franquicia.
Y en este punto, nos encontramos de nuevo con un obstáculo.
Al revisar la película "Aliens", observamos que el doblaje al español transformó el término en cuestión en "xenoformo". Esta palabra sugiere, más que una aberración cósmica y devoradora, un artículo disponible en la sección de productos de limpieza de un supermercado.
Así, surge la interrogante: ¿deberíamos emplear "xenomorfo" o "xenoformo"?
De este modo, y aunque el doblaje de "Alien: Romulus" ha reiterado el uso de "xenoformo", somos conscientes de que la terminología correcta para referirnos a las entidades devoradoras es "xenomorfo", que es la más fiel a su versión original en inglés. Esto, al menos, hasta que Arturo Pérez-Reverte decida visitarlos disfrazado de un tercio de Flandes en una interpretación galática.
Por otro lado, es importante recordar que al organismo se le han asignado diversos nombres científicos que pueden ser más o menos coherentes con las normas de Linnaeus. Así, los xenobiólogos de la galaxia pueden optar por "linguafoeda acheronsis", "internecivus raptus" y "plagiarus praepotens". Términos cuya sonoridad, si nos lo preguntan, no le hace justicia a la abominable criatura.
No obstante, todo esto es irrelevante: hasta donde tenemos conocimiento, a los xenomorfos no les preocupa cómo los nominen otras especies, siempre y cuando estas sean comestibles y funcionen como incubadoras para los 'revientapechos' que originarán sus nuevas generaciones. Porque, cuando la necesidad apremia, en el espacio no hay lugar para discusiones etimológicas.
o a estos bichitos siempre los he llamado "el alien" o "Los aliens"; pero el termino que he sentido mas para referirse a ellos siempre ha sido el de "xenomorfo".
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