LA SAGA DE LOS DRACULA (1972)

 EL CINE DE LOS AÑOS 70

LA SAGA DE LOS DRACULA (1972)
REPARTO: TINA SAINZ, TONY ISBERT, NARCISO IBAÑEZ MENTA, CRISTINA SURIANI, HELGA LINÉ, MARIA KOSTY, J. J. PALADINO, HEINRICH STARHEMBERG, BETSABÉ RUIZ, MIMI MUÑOZ, LUIS CIGES, ELSA ZABALA, JAVIER DE RIVERA
DIRECTOR: LEON KLIMOVSKY
MÚSICA: DANIEL WHITE
PRODUCTORA: PROFILMES
DURACIÓN: 92 min.
DURACIÓN: ESPAÑA
Una vez más, el prolífico, ecléctico e interesante León Klimovsky presenta una modesta película de terror en la que, a pesar de la evidente premura en su proceso de rodaje y la obligación de incluir a Tony Isbert en uno de los papeles protagónicos debido a la exhibición de su torso y trasero (no tengo objeciones hacia este actor, a quien considero competente en ciertos roles, aunque en este caso representa la parte más débil de la película), se podría catalogar como una propuesta muy intrigante. Esta se nutre de un guion redactado por Juan Tebas, quien inició su carrera escribiendo un par de relatos para las “Historias para no dormir” de Narciso Ibáñez Serrador, junto con el talentoso guionista y posterior director Emilio Martínez Lázaro, que nos ofrece una versión tipo “La semilla del diablo” con tintes vampíricos.


Desde el principio, resulta sorprendente encontrar en los créditos iniciales la mención “música de Juan Sebastián Bach”, lo cual se revela cierto a lo largo del metraje (probablemente interpretada en clave de clavicémbalo y órgano) y además resulta agradable, armonizando perfectamente con las escenas que acompaña. A medida que avanza la trama, nos confrontamos a una excelente ambientación (el castillo de San Martin de Valdeiglesias), una fotografía de buena calidad y un vestuario ostentoso que, junto a un variado elenco de atractivas actrices (previas a la era de la silicona) que rápidamente se desnudan, se complementa con un sólido grupo de actores secundarios (incluso Heinrich Starhemberg, interpretando al doctor, se presenta como relativamente eficaz).

La inquietante presencia de Narciso Ibáñez Menta como un Conde Drácula innovador (por su capacidad de reencarnación) y una historia que, aunque podría costar defender frente a cualquier cinéfilo escéptico, posee un cierto encanto durante la mayor parte del metraje, culminando en un desenlace satisfactorio que incrementa el interés.

En lo que respecta al aspecto actoral, comenzaré enfatizando la relevancia de las intérpretes vampíricas femeninas, destacando a Helga Line, siempre bien recibida en este tipo de producciones y de impresionante belleza, en el papel de Munia, la esposa de Drácula, así como a María Kosty y Cristina Suriani, quienes asumen el rol de las primas de la visitante embarazada, y que lucen realmente bellas, teniendo las escenas más memorables de la película en términos de ataques vampíricos (cada una de ellas con sus correspondientes desnudamientos). Continuaré con Tina Sainz, cuya apariencia resulta idónea para el personaje que interpreta, y concluiré con la magnífica actuación de Luis Ciges como ese predicador víctima de las concupiscencias vampíricas, evitando extenderme demasiado con favoritas personales.

Por último, cabe destacar que la película fue filmada, además del mencionado castillo de San Martin de Valdeiglesias (que también sirvió como locación para “El mariscal del infierno” y “La marca del hombre lobo” entre muchas otras producciones de terror), en Talamanca del Jarama, Navacerrada y San José de Valderas.




Comentarios

  1. Puede que sea la peor no solo de Leon Klimovsky, sino de todas las peliculas de vampiros. La historia no engancha y poco hacen los actores para ello, encima la musica y ojo no tengo nada en contra de la música de Juan Sebastian Bach, pero en el film no entra ni con calzador.

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