LA OBSESION DE STANLEY KUBRICK POR UNA PELICULA DE ARNOLD SCHWARZENEGGER.

 LA OBSESION DE STANLEY KUBRICK POR UNA PELICULA DE ARNOLD SCHWARZENEGGER.


Stanley Kubrick nunca fue un hombre corriente. En su universo, lo mismo cabía una comedia ligera que una tragedia cósmica. Su lista de películas preferidas lo demostraba: podía pasar de Welles a Chaplin, de Bergman a Fellini, y de pronto detenerse en algo tan inesperado como Los blancos no la saben meter, la comedia noventera de baloncesto. Entre El tesoro de Sierra Madre y Los inútiles, la mirada del autor de El resplandor encontraba sentido en todo lo que despertara curiosidad o maestría técnica.

De todas aquellas cintas, sin embargo, había una que le fascinaba especialmente, y era obra de James Cameron. No Titanic, ni Terminator, ni Aliens: El regreso. Su favorita era Mentiras arriesgadas, la historia de un espía que oculta su doble vida a su esposa mientras combate el terrorismo nuclear. A Kubrick le intrigaba cómo se había filmado aquella comedia de acción; a Cameron, en cambio, le atraía la mente que había ideado 2001: Una odisea del espacio. De esa admiración mutua nació un encuentro que el director canadiense todavía recuerda con asombro.

En 1995, mientras disfrutaba de unas vacaciones en Europa, Cameron decidió que quería conocerlo. “Fue mi regalo de cumpleaños número cuarenta”, contó años después ante el Sindicato de Directores de Estados Unidos. “Mi mujer estaba preocupada porque no estaría en casa, pero le dije: ‘Voy a conocer a Stanley Kubrick. No hay fiesta ni regalo que pueda superar eso’”. Así, se presentó en la casa inglesa del cineasta, entre el eco de los rodajes de La chaqueta metálica y Eyes Wide Shut.

Lo que halló allí no fue al sabio dispuesto a desmenuzar su propia obra, sino a un hombre solitario y curioso, ansioso por descubrir los secretos técnicos de Mentiras arriesgadas. “Tenía una copia en su KEM, aquel sistema analógico de edición”, recordó Cameron. “Me hizo sentar y empezamos a revisar los planos uno a uno, hablando de efectos especiales durante horas”. Aquel día, el creador de Avatar comprendió algo esencial: “Quiero ser como Stanley. Quiero seguir intentando entenderlo todo incluso cuando tenga ochenta años”.

Y quizá Kubrick también se llevó algo de aquel encuentro. Algunos han creído ver en Eyes Wide Shut una especie de eco de Mentiras arriesgadas: un matrimonio en crisis, las dobles vidas, las mentiras compartidas. Incluso hay un diálogo que se repite, casi palabra por palabra: “¿Te gusta la época?” / “Me encanta”. Nadie lo ha confirmado nunca, pero la sospecha forma parte del mito.

Cameron llegó a visitar el rodaje de aquella última película de Kubrick. Tal vez el viejo maestro ya intuía que el futuro del cine, ese arte que él había empujado hasta los límites de la técnica, quedaría en manos de directores como Cameron. Y cuesta no preguntarse qué habría pensado Kubrick al contemplar Avatar y sus asombrosas proezas visuales. Quizá, como aquel día en su sótano, habría pedido una explicación detallada de cada plano.



Comentarios

  1. La semejanza de argumento y algún dialogo de Mentiras arriesgadas y Eyes Wide Shut es normal, cuando estamos en un momento en que todo ya esta inventado, al menos en lo que se refiere al cine, se cambia el lugar, los personajes, las situaciones, pero en el fondo da la sensación de haber visto la misma historia cientos de veces.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario