QUE FUE DE... JONATHAN LIPNICKI
A veces, las historias más curiosas de Hollywood no nacen de la fama, sino de lo que uno decide hacer con ella cuando el brillo se apaga. Jonathan Lipnicki, aquel niño que compartió plano con Tom Cruise en Jerry Maguire, no desapareció del todo cuando lo habitual habría sido eso: desvanecerse. No tuvo una de esas biografías con ritmo de Guadiana, donde el talento juvenil se escurre al llegar la adolescencia. Lo suyo ha sido más bien una adaptación continua, un juego de resistencia frente al olvido.Su única desaparición real —y temporal— llegó entre 2005 y 2012. Había trabajado junto a Snoop Dogg en una cinta tan olvidable como su título, y no regresaría hasta For the Love of Money, producción menor en la que participaba James Caan, seguramente también atraído, como sugiere el título, por amor al dinero. Desde entonces, Lipnicki ha transitado sin aspavientos por la segunda línea del cine estadounidense, esa zona donde se acumulan intérpretes de carrera discreta pero constante.
Su nombre ha vuelto a aparecer recientemente gracias a Cottonmouth, estrenada este mismo año. Pero lo más interesante de su trayectoria no está tanto delante de la cámara como detrás. Lipnicki ha sabido reinventarse como productor ejecutivo, un terreno en el que empieza a despuntar desde su incorporación a la compañía Buffalo 8, responsable de algunos títulos tan mediáticos como Dos forajidos. En ese wéstern con Alec Baldwin se produjo el trágico accidente que costó la vida a la directora de fotografía Halyna Hutchins, episodio que proyectó sobre la empresa una fama tan amarga como involuntaria.
El propio Lipnicki sí ha tenido más control sobre Dog Years, un drama romántico que aún espera su estreno y que firma como productor. Un proyecto que parece marcar el tránsito del eterno niño actor a una figura más madura dentro del negocio, aunque quizá —quién sabe— cada vez menos interesada en seguir actuando.
La vida de Lipnicki, no obstante, no se limita al cine. Hijo de un experto en artes marciales, aplicó esas enseñanzas con una finalidad inesperada: organizar un grupo de acompañamiento para garantizar la seguridad de fieles judíos ante el aumento de ataques antisemitas. Cinturones negros protegiendo sinagogas: una imagen que condensa bien la mezcla de ingenuidad y coraje que siempre pareció definirle.
Y así, aquel niño que un día le preguntó a Tom Cruise si sabía cuántas cabezas tienen los peces, ha terminado construyendo una carrera que no busca el aplauso sino la permanencia. Sin épica, sin desplantes, pero con una serenidad poco común en alguien que creció bajo los focos.
Se puede decir que ha sido uno de los últimos grandes niños prodigio que ha dado la industria del cine.
ResponderEliminar