50 ANIVERSARIO DE "THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW"

 50 ANIVERSARIO DE "THE ROCKY HORROR PICTURE SHOW"

Una tormenta. Una rueda pinchada. Brad y Janet, la pareja estadounidense más inocente y virginal que puedas imaginar, acaban en un siniestro castillo que parece salido de cualquier película de terror al uso. Pero nada es convencional en The Rocky Horror Picture Show. Allí los espera el Doctor Frank-N-Furter, el “dulce transvestido de la galaxia Transexual, en el planeta Transilvania”, rodeado de sus adoradores transilvanianos, reunidos para presentar a su criatura perfecta: Rocky. Entre carmín, lencería, glam rock y coreografías que desafían la gravedad, aquel espectáculo sensorial se convirtió, con el paso de los años, en un clásico de culto que acaba de cumplir 50 años.

Antes de hechizar la pantalla grande, Frank y compañía ya reinaban en los escenarios británicos en 1973 con The Rocky Horror Show, musical escrito por Richard O’Brien, un homenaje travieso a los filmes de terror y ciencia ficción de Serie B. La adaptación cinematográfica llegó de la mano de Jim Sharman, Lou Adler y el propio O’Brien, que además interpretó al siniestro mayordomo Riff Raff, cantando el primer tema de la película: Science Fiction/Double Feature. Tim Curry, trasladado directamente del musical, se convirtió en el Frank-N-Furter icónico que todos recuerdan, mientras algunos del reparto original acompañaban al proyecto en su salto a Hollywood.

El estreno en Estados Unidos en 1975 pasó casi desapercibido. Meat Loaf recordaba haber asistido a una función en la que la sala estaba completamente vacía, salvo por él y Sharman. No era que la película fallara; su público aún no sabía que existía. La solución vino inspirada por el éxito de John Waters con Pink Flamingos: los pases de medianoche. En abril de 1976, el Waverly Theater de Greenwich Village dio la bienvenida al ritual que marcaría la historia del cine de culto. Allí los espectadores comenzaron a disfrazarse, a interactuar, a lanzar arroz en la boda de Ralph y Betty, pistolas de agua en la lluvia, guantes de goma durante la creación de Rocky, papel higiénico cuando Brad gritaba “Great Scott!” y sombreritos de fiesta en el cumpleaños de Rocky. Kits completos con todos los accesorios incluso se comercializaron más tarde.

Cada detalle del film estaba pensado para fascinar. Patricia Quinn, con sus labios rojos pintados mientras hacía playback de Science Fiction/Double Feature, abrió los créditos de la película. Los carteles promocionales, inspirados en Man Ray y protagonizados por Lorelei Shark, incluso lanzaban una broma al joven Spielberg y su Tiburón: “A different set of jaws”. Hasta hubo un tercer par de labios, usados solo en el tráiler original, pertenecientes a Rhea Ruggiero, novia de Al Pacino en El Padrino II.

La estética glam rock se consolidó gracias a Pierre La Roche, maquillador de Ziggy Stardust y colaborador de Mick Jagger, quien tardaba horas en preparar el look del reparto. Tim Curry acabó aprendiendo a maquillarse solo y en la mitad de tiempo. Incluso estrellas del rock como Jagger, Bowie o Lou Reed mostraron interés en interpretar a Frank, pero Sharman y O’Brien decidieron mantenerse fieles al musical original. Para Rocky, O’Brien recorrió gimnasios londinenses en busca de un hombre musculoso que supiese cantar; así llegó Peter Hinwood, rubio platino y cuerpo perfecto, cuya voz sería doblada en posproducción por Trevor Lindon.

El casting estuvo lleno de curiosidades: Steve Martin audicionó para Brad Majors, Vincent Price para el Criminólogo, Elvis Presley fue considerado para Eddie… y finalmente, los papeles recayeron en Barry Bostwick, Charles Gray, Meat Loaf y Susan Sarandon. Esta última, enferma de neumonía por el frío y la humedad del set, se negó a salir desnuda en Touch-A, Touch-A, Touch Me, apareciendo solo en ropa interior.

La película también introdujo el concepto de Easter eggs: huevos de Pascua escondidos literalmente por todo el set, como el que se ve bajo el trono de Frank-N-Furter. El mítico castillo existe en la vida real: Oakley Court, en Windsor, Berkshire, escenario de otros filmes de terror, convertido hoy en hotel de lujo, aunque en el rodaje no había ni calefacción ni baños, y el equipo filmó entre otoño e invierno.

Originalmente, la película casi se rueda en blanco y negro, hasta que Frank apareciera en color; finalmente el estudio prefirió mantenerla totalmente a todo color, saturada y brillante. Tim Curry se inspiró en la Reina Isabel II para su acento posh británico, además de su madre, consolidando a Frank-N-Furter como uno de los personajes más inolvidables del cine.

La saga continuó con Shock Treatment (1981) y un intento de tercera parte que nunca se rodó, además del remake de 2016 dirigido por Kenny Ortega con Laverne Cox como Frank-N-Furter. Pero ninguna versión podrá eclipsar al original: Tim Curry, su mirada, su sensualidad y ese carnaval de rarezas y glamour siguen siendo irrepetibles. The Rocky Horror Picture Show no solo rompió la cuarta pared; reinventó el ritual, la complicidad del público y el cine como fiesta perpetua.



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