LA LEGENDARIA ACTRIZ QUE NO SOPORTABA A MERYL STREEP.
Afirmar que Meryl Streep es la mejor actriz viva constituye una exageración: con un total de 21 nominaciones al Oscar y tres estatuillas, ha forjado una trayectoria impecable, caracterizada por su versatilidad, su precisión técnica y su habilidad para desaparecer en cada uno de sus personajes. Desde La decisión de Sophie hasta Kramer contra Kramer, pasando por Los puentes de Madison, El diablo viste de Prada o La dama de hierro, ha personificado a mujeres complejas, contradictorias y cautivadoras.
Para millones, representa el modelo contemporáneo de la gran interpretación.
No obstante, no todo Hollywood ha compartido esa admiración unánime. Katharine Hepburn, reconocida como la gran dama del cine clásico y la actriz con mayor número de Oscars en la historia (cuatro como protagonista), nunca ocultó su desdén hacia el estilo de Meryl Streep. Esto quedó evidenciado durante su vida y, según su biógrafo A. Scott Berg, en conversaciones privadas cargadas de ironía y desprecio.
«La encuentro demasiado técnica, carente de alma. Todo está cuidadosamente calculado», declaró Hepburn sobre Streep en el libro Kate Remembered (2003). Ella incluso imitaba lo que consideraba una actuación artificial con una burla sonora: «¡Clic, clic, clic! », aludiendo a «los engranajes que giraban dentro de la cabeza» de Streep.
Para la protagonista de Adivina quién viene esta noche, la actuación debía emanar del instinto y de lo visceral, en lugar de la técnica o el estudio.
Como símbolo de una generación que concebía la interpretación como una cuestión de carácter y presencia, despreciaba lo que percibía como «artificio». Destacó en papeles que promovían la fuerza y dignidad femeninas: desde Gloria de la mañana (1933) hasta El león en invierno (1968), Adivina quién viene esta noche (1967) o En el estanque dorado (1981), su legado se fundamentó en personajes firmes, inteligentes y profundamente humanos.
La ganadora de tres premios Oscar, por el contrario, simboliza la era del camaleón: acentos precisos, transformaciones físicas, exhaustiva documentación. Su enfoque, más sistemático, ha sido alabado como un ejemplo de excelencia contemporánea. Sin embargo, para Hepburn, ese talento resultaba frío. A pesar de no haber coincidido en un rodaje ni haber tenido un enfrentamiento público, la aversión era conocida dentro de la industria. Sin embargo, Streep siempre mostró un profundo respeto.
En 2004, al recibir el Premio a la Trayectoria del American Film Institute, no dudó en referirse a aquellas gigantes del cine que la precedieron. «Me siento como si me hubiera colado delante de Lucille Ball, Audrey Hepburn y Katharine Hepburn. ¿Hola? ¿Cómo ha sucedido esto? », confesó.
¿Se trató de una cuestión generacional, de una divergencia en el estilo, o de una colisión inevitable entre dos formas opuestas de concebir el cine? Sin duda, la historia nos ha dejado una irónica delicia: la actriz más galardonada de todos los tiempos no podía soportar a la más nominada. Dos titanes. Dos visiones. Y una narrativa de tensión silenciosa que continúa cautivando a los cinéfilos.
A mi me sucede con Meryl Streep algo parecido que con la Hepburn, me gustaban mucho mas de jovenes que de mayores, como actrices. La Hepburn de a partir de mitades de los cincuenta no me gustaba tanto que la Hepburn de los años 30 y 40. Meryl Streep en los últimos años, como que no es la misma de principios de su carrera hasta hace como unos cinco años atrás.
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