MICHAEL CAINE Y CHRISTOPHER NOLAN: EL INICIO DE UNA COMPLEJIDAD LEGENDARIA.

 MICHAEL CAINE Y CHRISTOPHER NOLAN: EL INICIO DE UNA COMPLEJIDAD LEGENDARIA.

Antes de convertirse en una de las alianzas más queridas del cine contemporáneo, la relación entre Michael Caine y Christopher Nolan comenzó de la forma más sencilla: con una llamada telefónica un domingo por la tarde en Surrey. Corría el año 2004 y Caine atravesaba un periodo discreto de su carrera, tras El americano impasible y otros títulos poco memorables. El timbre del teléfono, recuerda el actor en el libro-entrevista No mires atrás, tropezarás (Erasmus), “lo cambió todo”.

Al otro lado de la línea, una voz joven y cortés se presentó como Christopher Nolan. Caine conocía su trabajo en Memento e Insomnia, películas que había admirado, aunque apenas habían coincidido en alguna fiesta. Nolan iba al grano: acababa de recibir el encargo de rodar varias películas sobre Batman y quería contar con él.

Intrigado, Caine preguntó qué papel podía tener en un proyecto de superhéroes. La respuesta le descolocó. “El mayordomo”, dijo Nolan. “¿Quieres que diga ‘señor, la cena está servida’?”, replicó el actor con cierta ironía. Pero el director no tardó en precisar: “No, es Alfred. El tutor, la figura paterna de Bruce Wayne. Un personaje esencial”.

Una hora después, Nolan llamaba a la puerta de la casa de Caine en Surrey con el guion bajo el brazo. Le pidió que leyera sus líneas allí mismo, en la cocina. “Supe casi de inmediato que era brillante —recordaría Caine—. Era un enfoque nuevo y fantástico de una historia muy conocida. Le dije que me parecía genial y nos dimos la mano. Así de sencillo. Fue un momento increíble”.

Aquella conversación marcaría el principio de una colaboración duradera que trascendió la trilogía de Batman Begins, El caballero oscuro y La leyenda renace. Juntos volverían a encontrarse en El truco final (El prestigio), Origen, Interstellar, Dunkerque (donde su voz resonaba entre las ondas) y Tenet.

Con los años, Caine no ha dejado de expresar su admiración por Nolan. “Sabía que tenía talento —confiesa—, pero pronto intuí que iba a ser uno de los grandes directores del siglo. Siempre digo que es el David Lean de su generación, un creador de épicas inspiradas. También compartíamos el amor por John Huston: estaba obsesionado con El hombre que pudo reinar y El tesoro de Sierra Madre, y en el fondo, tiene mucho en común con él”.

De aquel encuentro fortuito nació una amistad basada en la confianza y el respeto, pero también una complicidad artística que definió buena parte del cine de las dos últimas décadas.



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