EL 👀 CRITICO
FRANKENSTEIN (2025)
REPARTO: OSCAR ISAAC, JACOB ELORDI, MIA GOTH, CHRISTOPH WALTZ, CHARLES DANCE, FELIX KAMMERER, LARS MIKKELSEN, CHRISTIAN CONVERY, DAVID CANNARY, SOFIA GALASSO, RALPH INESON, BURN GORMAN, JOACHIM FJELSTRUP
DIRECTOR: GUILLERMO DEL TORO MÚSICA: ALEXANDRE DESPLAT PRODUCTORA: BLUEGRASS FILMS DURACIÓN: 149 min.
En el cine de Guillermo del Toro, los monstruos rara vez son lo que parecen. En su universo gótico y colorido, la belleza convive con la podredumbre, y lo sobrenatural respira con una dulzura casi infantil. Sin embargo, en su nueva versión de Frankenstein, ese equilibrio se quiebra. El mito del horror romántico ha sido rediseñado, pero no para estremecer, sino para desfilar. El monstruo ya no asusta: posa.
El resultado es un ser de laboratorio con más porte que pesadilla. Alto, delgado, con la elegancia de un bailarín y el misterio de un modelo caído en desgracia, este Frankenstein parece más sacado de una pasarela gótica que de una pesadilla científica. Las cicatrices que surcan su cuerpo —esas costuras que deberían recordarnos su naturaleza antinatural— lucen como detalles de diseño: relieves de un traje de Moto GP o líneas futuristas de Star Trek. Cuando el tiempo pasa y la criatura adopta una melena de héroe glam, entre Aerosmith y El cuervo, el desconcierto ya es total: el monstruo se ha convertido en un icono fashion victim.
Es inevitable pensar que esta Frankenstein podría ser una secuela de Prometheus, o tal vez al revés. Las fronteras entre el ingeniero cósmico, el humano y el monstruo parecen diluirse en una misma fantasía de laboratorio. Todo vibra con esa estética de del Toro: castillos de niebla, bosques de colores imposibles, criaturas que respiran ternura y humanos que destilan crueldad. En su mundo, la redención y la inocencia se mezclan con el horror, y lo que antes era pesadilla ahora parece un sueño húmedo de melancolía visual.
Pero algo se ha perdido por el camino. Su estilo, inconfundible, comienza a mostrar fatiga: el candor se disuelve entre efectos digitales que eclipsan lo artesanal, el horror corporal se contiene, la poesía se diluye en diálogos previsibles. El filme habla, una vez más, de la vida y la muerte, de la compasión y el desgarro, pero con la sensación de haberlo escuchado mil veces. El reparto cumple, la ambientación deslumbra y, sin embargo, todo parece una imitación de sí mismo.


La puesta en escena y la fotografía es impecable; pero la pelicula llega un punto en que se hace cansina, por otro lado a lo que se refiere al terror pues hay que decir que mas bien poco por no decir nada, en cuanto a la criatura en determinados momentos me recuerda al golum pero en plan guaperas. Los actores ninguno destaca. Asi que me quedo con la vieja y maravillosa pelicula de James Whale con un Boris Karloff que nadie ha podido superar.
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