LA ENEMISTAD ENTRE OLIVIA DE HAVILLAND Y JOAN FONTAINE QUE DURO CINCO DECADAS.

 LA ENEMISTAD ENTRE OLIVIA DE HAVILLAND Y JOAN FONTAINE QUE DURO CINCO DECADAS.

Pocas dinámicas familiares han generado tanto interés en el ámbito de los rumores a lo largo de la historia de Hollywood como la persistente rivalidad entre las hermanas Olivia de Havilland y Joan Fontaine. Esta enemistad ha estado presente durante sus trayectorias biográficas y, independientemente de lo que se publicara sobre ellas como intérpretes, siempre se recordaba este conflicto. Han pasado dos décadas sin comunicación entre ellas, luego tres, y posteriormente cuatro… hasta que Joan, la hermana menor, falleció en 2013 a la edad de 96 años, siete años antes que Olivia, quien alcanzó los 104 años.

Nacidas en Tokio en los años 1916 y 1917, eran descendientes de un abogado de patentes británico y una actriz cuya carrera no prosperó, quien proyectó en sus hijas sus propias frustraciones y cultivó en ellas desde la infancia el deseo de convertirlas en actrices. Todas las biografías coinciden en que la madre favoreció a Olivia desde temprana edad: la hermana mayor, la hermosa y la inteligente… lo habitual. Ella decidió que su apellido sería llevado por Olivia, mientras que Joan tendría que conformarse con el apellido de su segundo esposo, Fontaine. Las obligaba a asistir a audiciones para competir por los mismos papeles, proporcionándoles información engañosa sobre cómo cada una había sido evaluada y no permitiéndoles prepararse ni apoyarse mutuamente para esas pruebas.

Este patrón se mantuvo hasta 1935, cuando Olivia hizo su debut teatral en "El sueño de una noche de verano" y consiguió un contrato modesto con Warner, que le otorgó el papel principal en "El capitán Blood" junto a un actor poco conocido, Errol Flynn. El éxito de la película fue tal que ambos se convirtieron en estrellas casi de la noche a la mañana, principalmente en el género de aventuras, un campo del que Olivia rápidamente deseaba distanciarse, ya que consideraba que sus personajes, a los que su hermana se burlaba por ser demasiado sencillos, carecían de seriedad.




Así, en 1939, luchó con fervor por obtener un lugar en el casting de "Lo que el viento se llevó", no con la intención de interpretar a Escarlata O'Hara, el papel deseado por numerosas actrices, incluida su hermana, sino por el de Melania Hamilton. Logró su objetivo, obteniendo una nominación al Oscar y recibiendo críticas entusiastas por su interpretación. Sin embargo, esto resultó de escasa utilidad, ya que regresó al cine de aventuras con "Robin de los bosques", "Dodge, ciudad sin ley", "Murieron con las botas puestas" y "Camino de Santa Fe", películas destacadas que, no obstante, Olivia de Havilland despreciaba.

Paralelamente, Joan Fontaine, considerada el "patito feo" por el que su madre no mostraba interés, tras haber participado en un par de comedias simples, logró hacerse con el otro importante papel femenino que también fue disputado por miles de actrices: la protagonista de "Rebeca". Su actuación en la primera película estadounidense de Alfred Hitchcock le valió su primera nominación al Oscar y le proporcionó reconocimiento en una industria donde ingresaba con gran fuerza y un papel serio.

La trayectoria profesional de ambas hermanas se desarrollaba de manera espectacular, aunque en direcciones marcadamente diferentes. Olivia se orientaba hacia el ámbito del cine de aventuras y comedias ligeras, mientras que Joan se dedicaba a películas más serias y complejas. Sin embargo, en 1942, la situación se volvió tensa. En medio de rumores sobre la escasa comunicación entre las hermanas, ambas fueron nominadas al Oscar como mejor actriz, con De Havilland recibiendo una nominación por La vida íntima de Julia Norris y Fontaine por Sospecha, y esta última resultó ganadora. Testigos informaron que la mirada gélida de Olivia se convirtió en el tema de conversación de la velada, dado que ella era considerada la favorita. Quizás por esta razón, cuando en 1947 logró, finalmente, obtener el codiciado galardón por su actuación en La vida íntima de Julia Norris y al acercarse su hermana menor para felicitarla, De Havilland le dio su espalda de manera elocuente, creando una imagen emblemática.


A partir de ese momento, la distancia, la frialdad, los insultos velados, las expresiones de desdén y las declaraciones durante su etapa adulta, en la que ambas se encontraban alejadas de la vida profesional y la industria del entretenimiento, se hicieron más evidentes. Joan Fontaine manifestaría en la década de 1980: «Yo me casé primero, tuve un hijo primero, gané el Oscar primero y, si fallezco antes que ella, seguramente se molestará porque también habría ganado en ese aspecto». Por su parte, Olivia de Havilland, al cumplir 100 años, declaró: «Era una persona brillante, sumamente talentosa, pero lamentablemente tenía un astigmatismo en su percepción de personas y situaciones que a menudo causaba gran sufrimiento a quienes le rodeaban. Y yo fui una de esas personas».

El hecho de que no se soportaran era un secreto bien conocido, así como su rivalidad por premios, papeles, amantes y atención mediática. Sin embargo, lo que finalmente llevó a la ruptura de su relación fraternal fue el fallecimiento de su madre. En 1975, Joan se encontraba de gira, lo que le impidió acompañar a su hermana en los momentos finales de Lillian Augusta Fontaine. Cuando esta falleció, Olivia estaba presente, y en lugar de hacer un esfuerzo por contactar a su hermana, se limitó a enviarle un telegrama a través de su compañía teatral, que Joan recibió días más tarde. A partir de ese instante, la relación se deterioró de manera irreversible.

Durante ese período, la presencia de ambas en el cine era casi marginal. Aunque ocasionalmente participaban en alguna película, su visibilidad tanto dentro como fuera de la pantalla era escasa. De Havilland residía en París desde 1955, cuando contrajo matrimonio con un editor de Paris Match, mientras que Fontaine pasó el resto de su vida en la soleada California, y apenas se las vio juntas en un par de sesiones fotográficas para la prensa, en las que aparecían sonriendo de manera fría y calculada.

Cuando Joan falleció en 2013, Olivia solamente envió una breve expresión de condolencias a su hija Debbie, lo que evidenció que la esperada reconciliación formal entre ellas nunca se materializó. Sin embargo, es indudable que las heridas, ya fueran cerradas o no, entre ambas pudieron haber influido en que, cada una a su manera, se convirtieran en dos de las más destacadas actrices de su época. Dos actrices excepcionales que nunca colaboraron en un proyecto conjunto.



Comentarios

  1. Les podía mas la rivalidad que la sangre que compartían. Eran dos actrices muy diferentes entre si, Joan Fontaine aportaba elegancia, mientras que Olivia de Havilland aportaba dulzura.

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