ELEANOR THE GREAT (2025)

 EL OJO CRITICO

ELEANOR THE GREAT (2025)
REPARTO: JUNE SQUIBB, CHIWETEL EJIOFOR, JESSICA HETCH, ERIN KELLYMAN, LIA LANDO, WILL PRICE, GREG KASTON, SWANMY SAMPAIO, STEPHEN SINGER, RITA ZOHAR, LUIS CASTRO DE LEON, MICHAEL EVERETT JOHNSON, MARCHA KIA
DIRECTORA: SCARLETT JOHANSSON
MÚSICA: DUSTIN O’HALLORAN
PRODUCTORA: SONY PICTURES CLASSICS
DURACIÓN: 98 min.
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
Lo primero que sorprende al enfrentarse a esta obra es la calidez que desprende, una emoción que se sostiene en buena parte gracias a un dúo interpretativo extraordinario. June Squibb, que a sus 96 años continúa demostrando un talento de una delicadeza admirable, ofrece aquí una de esas interpretaciones que iluminan la pantalla sin necesidad de aspavientos. Su presencia, cargada de ternura y de una fuerza silenciosa, dialoga con la frescura y la sensibilidad de Erin Kellyman, quien por fin encuentra un papel que le permite brillar con la libertad que merecía desde hace tiempo. Entre ambas construyen un vínculo profundamente conmovedor, sosteniendo la película con una naturalidad que desarma.


Ese pulso emocional se articula alrededor de cuestiones universales —el paso del tiempo, la identidad, el duelo, la amistad— que la directora, Scarlett Johansson, aborda con una elegancia sencilla, nada afectada. Y aunque la historia se disfruta mejor sin desvelar detalles, basta decir que su poder reside precisamente en la autenticidad con la que los personajes se abren paso en ese territorio íntimo donde las risas y las lágrimas se mezclan sin esfuerzo.

El reparto se completa con interpretaciones sólidas de Rita Zohar —magistral en su encarnación de Bessie, amiga inseparable de la protagonista—, un correcto Chiwetel Ejiofor y una siempre eficaz Jessica Hecht. Juntos contribuyen a esa atmósfera humana, casi doméstica, que la película cultiva con esmero.

La imagen, a cargo de Hélène Louvart, se sostiene sobre una estética naturalista que embellece sin subrayar; un trabajo visual de admirable sobriedad. A ello se suma la partitura de Dustin O’Halloran, envolvente y emotiva, que aporta una respiración melódica perfecta para acompañar el vaivén emocional del relato.
Curiosamente, entre los créditos aparece Justin Baldoni como productor ejecutivo, un detalle llamativo teniendo en cuenta la reciente controversia en torno a su nombre. Su presencia confirma la implicación de Wayfarer Studios en un proyecto que, pese a la firma de Johansson, no ha encontrado su camino hacia las salas comerciales.

Y ahí aparece otra de esas frustraciones de estos últimos años: obras tan cuidados as esta quedan confinadas al ámbito doméstico, privándonos del placer de verlas proyectadas como merecen. Una verdadera lástima, porque habría sido un deleite compartir esta experiencia en la oscuridad de una sala.

Aun así, la película tiene la virtud de conquistar incluso desde la intimidad del hogar. Basta abandonar prejuicios, dejar que Eleanor —personaje tan frágil como extraordinario— nos lleve de la mano y permitir que esta historia, delicada y luminosa, nos atraviese con su mezcla de humor y emoción. Prepara los pañuelos, porque la sensibilidad aquí no es accesorio sino esencia.

Una obra profundamente humana, cálida y llena de vida. Y un homenaje, en cierto modo, al talento de Squibb, Kellyman y a la mirada de Johansson. Un pequeño tesoro que merece ser descubierto sin anticipos y con el corazón abierto.



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