EL CINE DE LOS AÑOS 70
LOS VENGADORES (1972)
REPARTO: WILLIAM HOLDEN, ERNEST BORGNINE, WOODY STRODE, JORGE LUKE, SUSAN HAYWARD, ROGER HANIN, WARREN VANDERS, REINHARD KOLLDEHOFF, JORGE MARTINEZ DE HOYOS, ARTHUR HUNNICUTT, LARRY PENNELL
DIRECTOR: DANIEL MANN
MÚSICA: PINO CALVI
PRODUCTORA: NATIONAL GENERAL PICTURES
DURACIÓN: 108 min.
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
William Holden y Ernest Borgnine vuelven a compartir pantalla después de “Grupo salvaje”, esta vez en un western que, pese a estar infravalorado, ofrece una de las experiencias más auténticas de sus carreras. Aquí, ambos actores aparecen en su terreno natural: a tiros, al límite de la ley y rodeados de paisajes fronterizos que parecen formar parte de su propio mundo.
La película rescata la esencia de sus papeles estrella, mostrando a los veteranos en un entorno en el que realmente brillan. Estamos en una época en la que los grupos y bandas eran protagonistas en el cine: desde los westerns colectivos como Los siete magníficos o Grupo salvaje, hasta las películas de robos tipo Un trabajo en Italia. Sin embargo, esta película anticipa la transición hacia los famosos “buddy films”, donde la acción se reduce a dos protagonistas, dejando atrás la multitud de secundarios. Aquí, sin embargo, el grupo sigue siendo fundamental, y eso le da al relato un dinamismo muy particular.
Uno de los grandes aciertos del film es la construcción de los personajes. La variedad es notable: cada miembro de la expedición vengativa tiene su voz y su motivo, y con frases cortas y contundentes nos dejan claro quiénes son y qué representan. Holden, como figura central, transmite con gestos mínimos, con miradas o incluso con la ausencia de ellas, todo un abanico de emociones: inteligencia, rencor, odio, venganza. La famosa escena en la que bebe frente a alguien que dice ser su hijo resume perfectamente su maestría interpretativa: un simple gesto basta para que entendamos todo.
El filme combina drama y acción de manera equilibrada: arranca con un tono serio, estableciendo credibilidad y la posición moral de los personajes, y luego se lanza a un no parar de tensión y movimientos estratégicos que mantienen al espectador pegado a la historia. A esto se suma la riqueza de los secundarios, desde los indios y mexicanos hasta el tuerto antagonista, cuya sola aparición en pantalla genera desprecio inmediato.
En definitiva, es un western que encapsula la madurez de Holden, el carisma de Borgnine y la esencia de las historias fronterizas: venganzas, crímenes y tensiones morales, todo aderezado con personajes memorables y un grupo que, aunque heterogéneo y problemático, se siente genuino y convincente. Una película que merece más reconocimiento del que ha tenido.


Buen western que resulta de cruzar Doce del patíbulo y Los siete magníficos, y si los miembros del grupito que intentan hacer justicia son siete. Buenas interpretaciones para este western cargado de ritmo y acción, que tiene eso si su momento de reposo cuando aparece en escena Susan Hayward. Ernest Borgnine realiza una divertida interpretación y eso que su personaje es de aquellos tipos de déjalos correr por su ética.
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