EL ACTOR QUE SE ARREPIENTE DE NO HABER ACEPTADO SER JAMES BOND A PUNTO DE CUMPLIR SU 100 ANIVERSARIO.

 EL ACTOR QUE SE ARREPIENTE DE NO HABER ACEPTADO SER JAMES BOND A PUNTO DE CUMPLIR SU 100 ANIVERSARIO.


A las puertas de cumplir un siglo de vida —su 13 de diciembre será casi una celebración colectiva para varias generaciones— Dick Van Dyke continúa concediendo entrevistas, escribiendo libros y buscando trabajo con la naturalidad de quien jamás ha concebido la idea de retirarse. “Es mi vida, es mi hobby”, decía recientemente en Today, un programa en el que volvió a demostrar esa mezcla de humor y lucidez que siempre lo ha acompañado. Allí habló de su rutina de gimnasio, tres veces por semana, porque si falta demasiado “se queda rígido y que Dios lo ampare”. Una vitalidad admirable en un artista cuya trayectoria supera las siete décadas.

Resulta casi inevitable que, repasando su carrera, el nombre de Van Dyke nos lleve a Mary Poppins, a su Bert risueño y bailarín, al hombre de la comedia física cálida y luminosa que también brilló en The Dick Van Dyke Show o en Chitty Chitty Bang Bang. Esa imagen de intérprete amable, de presencia familiar y sonriente, ha sido una constante desde que saltó a la fama en Broadway con Bye Bye Birdie, musical por el que ganó un Tony y que lo lanzó de lleno a la televisión y al cine.

Precisamente por eso, por esa identidad tan definida, sorprende tanto una anécdota que él mismo ha relatado y que, de no haber salido de sus labios, parecería una fantasía de sobremesa: Dick Van Dyke estuvo a punto de convertirse en James Bond. Ocurrió en un momento crítico para la saga, cuando Sean Connery acababa de dejar el personaje y la franquicia buscaba una nueva dirección. Albert “Cubby” Broccoli, el gran arquitecto del universo 007, se le acercó sin rodeos para plantearle la propuesta: “¿Te gustaría ser Bond?”.

La reacción del actor quedó para la posteridad. Entre risas, contestó lo que cualquiera que hubiera escuchado su acento cockney en Mary Poppins posiblemente habría pensado: “¿Has oído mi acento británico?”. Él mismo reconoce que fue uno de los peores acentos fingidos de la historia del cine, motivo de chistes que siempre ha asumido con deportividad.

Sin embargo, el verdadero giro de esta historia no es la oferta en sí, sino su respuesta final. Van Dyke la rechazó. No por miedo al reto ni por inseguridad profesional; simplemente creyó que el público no aceptaría verle transformado en un espía sofisticado, seductor y letal, después de haberlo abrazado durante años como figura de bondad y calidez. Ese contraste —del hombre bueno de Hollywood al 007 más frío— le pareció un salto demasiado brusco para quienes lo habían convertido en un icono.

Aun así, admite con cierta melancolía que hubiera sido “una gran experiencia”. Y uno no puede evitar imaginarlo, por un instante, con traje negro, copa en mano y la licencia para matar. Una imagen improbable, casi absurda, pero completamente real en su origen.

Hoy, mientras promociona su libro 100 reglas para vivir hasta los 100, Van Dyke demuestra que, de todos los papeles que pudo interpretar, el único que sigue desempeñando sin descanso es el de vivir con entusiasmo. Ese, al menos, nadie más podría hacerlo mejor.



Comentarios

  1. También se dijo en su día que Rowan Atkinson era un firme candidato a ser James Bond, y la verdad es que tanto Van Dyke como Atkinson hubieran sido unos Bond's fallidos. Aunque sorpresas te da la vida.

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