QUENTIN TARANTINO ARREMETE CONTRA EL CINE DE ALFRED HITCHCOCK.
A Quentin Tarantino nunca le ha temblado el pulso a la hora de opinar sobre el trabajo de otros cineastas, incluso cuando esos otros son auténticos pilares de la historia del cine. El autor de Pulp Fiction y Malditos bastardos, que suele hablar con la misma vehemencia con la que filma, ha vuelto a hacerlo: esta vez, su mirada crítica se ha posado sobre una figura casi intocable, Alfred Hitchcock.El realizador de Knoxville, que tantas veces ha homenajeado al cine clásico y a sus mecanismos narrativos, ha confesado no ser precisamente devoto del maestro británico. En el pódcast Two Bears One Cave ya había dejado entrever sus reparos: “Hitchcock fue contenido por los tiempos”, afirmó, aludiendo a las limitaciones morales impuestas por el Código Hays. Aunque reconocía en él a “uno de los mejores directores que jamás ha vivido”, también decía no disfrutar de sus terceros actos, ni sentir especial entusiasmo por su estilo. Para Tarantino, los desenlaces del autor de Psicosis o La ventana indiscreta se disolvían en una cierta rigidez, carentes de esa libertad narrativa que él tanto idolatra.
Ahora, sin embargo, ha ido más allá. En una conversación reciente con The New York Times, el director de Django desencadenado no se ha andado con rodeos al referirse a Frenesí (1972), la penúltima película de Hitchcock, describiéndola sin matices como “un pedazo de mierda”. Se trata de una obra tardía del londinense, centrada en un asesino en serie que aterroriza el Londres de los setenta y protagonizada por Jon Finch y Barbara Leigh-Hunt. La cinta, celebrada por la crítica y con un 89 % de aprobación en Rotten Tomatoes, no convence en absoluto a Tarantino, que la considera una muestra del agotamiento creativo del genio en sus últimos años.
Pero su crítica no termina ahí. El cineasta estadounidense ha cuestionado también dos de los títulos más venerados del británico —Vértigo y Con la muerte en los talones, ambas de 1959—, calificándolos de “mediocres” y “no particularmente emocionantes”. En su opinión, las dos películas están sobrevaloradas y su popularidad le resulta difícil de entender, especialmente si se comparan con otras producciones contemporáneas.
Polémico por vocación, Tarantino parece disfrutar al desafiar consensos, incluso los más intocables. Y aunque su juicio sobre Hitchcock resulte provocador —y para muchos, una herejía cinéfila—, encaja a la perfección con el espíritu del autor que siempre se ha definido por su independencia y su necesidad de contradecir las ortodoxias del canon cinematográfico.

Que mas quisiera Tarantino que una de sus peliculas se pareciera levemente a una de las peliculas que desprecia del mago del suspense, el tío Alfredo.
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