ANNE HATHAWAY SUFRE UNA ESTREPITOSA CAIDA DURANTE EL RODAJE DE "EL DIABLO VISTE DE PRADA 2".

 ANNE HATHAWAY SUFRE UNA ESTREPITOSA CAIDA DURANTE EL RODAJE DE "EL DIABLO VISTE DE PRADA 2".

Anne Hathaway es reconocida no solo por su notable talento, sino también por una inconfundible torpeza que ha llegado a ser una de las características más entrañables de su trayectoria profesional.

Un notable episodio que ilustra su torpeza tuvo lugar durante el rodaje de la secuela de El diablo viste de Prada, cuando la actriz experimentó una caída espectacular en las bulliciosas calles de Nueva York. Este accidente pasó desapercibido tanto para los testigos como para los fanáticos, quienes aún rememoraron el instante con una mezcla de asombro y simpatía.

Anne Hathaway tropezó al descender las escaleras de una típica vivienda neoyorquina. Reportes indican que el tacón de su zapato se rompió, lo que resultó en un esguince en su tobillo y, posteriormente, en su caída. Para empeorar la situación, llevaba puesta una falda corta.

En ese instante, los flashes de los paparazzi se dispararon de manera simultánea. Anne Hathaway se levantó con calma y elevó las manos. A pesar del vergonzoso incidente, sonrió y exclamó: "¡Estoy bien! ", lo que puso de manifiesto su singular encanto.

Estrenada en 2006, la película El diablo viste de Prada narra la historia de la manipuladora editora Miranda Priestly (interpretada por Meryl Streep), su secretaria Andrea (interpretada por Anne Hathaway) y Emily (interpretada por Emily Blunt), atrayendo a 1,37 millones de espectadores en Corea.

La trayectoria de Anne Hathaway ha estado signada por diversos episodios cómicos y deslices inesperados. En una de sus primeras producciones, Princesa por sorpresa (2001), la actriz protagonizó una caída memorable durante una escena crucial.

La caída, tan espontánea y graciosa, se ajustó perfectamente al tono de la película, por lo cual los realizadores optaron por incluirla en el producto final. Esto no solo reafirmó su imagen de "chica torpe", sino que también permitió a Hathaway establecer una conexión única con la audiencia, mostrando su vulnerabilidad de una manera entrañable.