WOODY ALLEN, PREFIERE "VICKY CRISTINA BARCELONA" ANTES QUE "ANNIE HALL".
A sus 90 años, celebrados este 30 de noviembre, Woody Allen sigue demostrando que su relación con el cine no es una etapa vital, sino un estado permanente. Mientras Golpe de suerte (2023) parecía un posible punto final —una obra crepuscular, ligera y cargada de azar—, el director ha confirmado que todavía no ha bajado el telón: prepara una nueva película en Madrid, aún sin título, que ampliará una filmografía tan extensa como inconfundible.
Resulta inevitable, al hablar de él, volver a sus obsesiones cinéfilas. Allen siempre ha combinado el humor neurótico con una mirada adoradora hacia los grandes maestros del cine europeo. Entre las diez películas que considera perfectas, hay una presencia española que no pasa desapercibida: El discreto encanto de la burguesía, de Luis Buñuel, a quien venera por su ironía feroz y su capacidad para dinamitar las convenciones narrativas. El resto de su selección refleja un mapa sentimental: el neorrealismo de Ladrón de bicicletas, la imaginación desbordada de Fellini en Ocho y medio y Amarcord, la sensibilidad francesa de Los cuatrocientos golpes y La gran ilusión, la impronta existencial de Bergman en El séptimo sello, y, como no podía ser de otro modo, cumbres como Ciudadano Kane, Senderos de gloria y Rashomon.
Pero quizá lo más revelador no es lo que admira, sino lo que reivindica de sí mismo. Cada cierto tiempo, Allen ha compartido cuáles son las obras de su filmografía que le inspiran mayor orgullo, y su selección es tan sorprendente por lo que incluye como por lo que excluye. Para él, las películas que mejor representan su trabajo son La rosa púrpura de El Cairo, Match Point, Balas sobre Broadway, Medianoche en París, Zelig y, de forma inesperada, Vicky Cristina Barcelona. En ocasiones también ha destacado Maridos y mujeres, aunque reconoce el peso decisivo que tuvo Annie Hall en su carrera, la cinta que le regaló el Oscar y moldeó su identidad artística. Lo curioso es que no la coloca en el podio, igual que tampoco sitúa Manhattan entre sus favoritas, pese a ser dos obras esenciales en su legado.
Quien repase sus más de cincuenta largometrajes encontrará títulos que han definido generaciones: Delitos y faltas, Hannah y sus hermanas, Días de radio, Sueños de un seductor, Misterioso asesinato en Manhattan, Blue Jasmine, Toma el dinero y corre, El dormilón o La última noche de Boris Grushenko, entre muchos otros. Un mosaico enorme, a veces irregular, siempre autoral, que combina la melancolía, la sátira social, el romanticismo urbano y aquel humor hiperrápido que durante décadas marcó una forma de mirar la vida.
Quizá por eso su longevidad artística resulta tan singular. Allen no solo ha sobrevivido a cambios de época, modas y estilos: ha continuado rodando con la misma naturalidad con la que otros respiran. Y aunque hoy su figura genere debates que exceden lo cinematográfico, lo cierto es que su legado ya forma parte de la historia del séptimo arte. Que a los 90 años siga ampliándolo, como si la inspiración fuese un hábito cotidiano, es casi tan revelador como sus propias listas de películas favoritas: una demostración de que, para él, el cine nunca ha sido un oficio, sino un impulso inevitable.

No he visto ni una ni otra, pero me parece que al bueno de Woody se le ha ido la olla, la de "Vicky Christina Barcelona· la rodo en su ya época de "decadencia·, mientras que "Annie Hall" es una de sus peliculas mas alabadas. Por cierto, felicidades Woody aunque sea con retraso.
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