THOMAS BRODIE-SANGSTERS Y LA NOSTALGIA DE UN GENERO QUE SE DESVANECE.
A sus 35 años, Thomas Brodie-Sangster sigue encontrando inevitable que su nombre despierte el recuerdo de Love Actually. Más de dos décadas después, muchos espectadores continúan asociándolo con Sam, aquel adolescente enamorado que conquistó al público en una cinta repleta de estrellas —Hugh Grant, Emma Thompson, Alan Rickman o Keira Knightley— pero en la que solo él logró adueñarse de la parte más tierna del relato. Tanto es así, que incluso hoy los fans insisten en pedirle una secuela que devuelva la magia de aquella Navidad cinematográfica.
Su relación con la película ha reaparecido recientemente gracias a un anuncio del Google Pixel. En él, Brodie-Sangster vuelve a sentarse en el mismo banco donde rodó su famosa conversación con Liam Neeson, recreando entre guiños varias escenas emblemáticas. El chiste del anuncio —los supuestos fans que no lo fotografían, sino que usan el zoom de sus móviles para captar cualquier otra cosa— le pareció divertido precisamente porque, según explica, funcionaba siempre que no se burlara de Love Actually, sino más bien de sí mismo «al estilo de Ricky Gervais».
Sin embargo, el actor no oculta su preocupación por el rumbo actual de la industria. En declaraciones a The Telegraph, lamenta que el streaming haya impulsado «producciones más baratas y guiones apresurados», y que, en paralelo, «solo suban los presupuestos en las películas de Marvel». En su opinión, la época en la que se rodó Love Actually —los años anteriores a la omnipresencia del smartphone— tenía un aire más sencillo, quizás incluso más romántico. No es extraño que cite como referentes a Nancy Meyers y Nora Ephron, autoras de algunas de las comedias románticas más influyentes: Cuando Harry encontró a Sally, Tienes un e-mail o Algo para recordar.
Brodie-Sangster no se limita a la nostalgia: identifica causas concretas para explicar la caída del género romántico en taquilla. Considera que los estudios priorizan las películas de acción o de superhéroes porque las comedias románticas rinden peor económicamente. Y los datos parecen darle la razón. Ejemplos recientes, como Materialistas, apenas superaron los 108 millones de dólares, muy lejos de los éxitos del pasado: Pretty Woman, que sigue siendo la comedia romántica más taquillera según Forbes, alcanzó los 463 millones; Notting Hill, protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant, rozó los 364 millones; y Love Actually obtuvo en su día más de 245 millones en todo el mundo.
Para el actor, otra clave del declive es la desaparición del estreno tradicional en salas. Muchas producciones se conciben directamente para plataformas, lo que, a su juicio, diluye el impacto cultural del género. Obras como Mi primer beso (2018), protagonizada por Joey King y Jacob Elordi, son un buen ejemplo: un éxito de audiencia que, sin embargo, nunca pasó por los cines.
Este diagnóstico contrasta con la propia trayectoria reciente de Brodie-Sangster, marcada por el cine y la televisión de acción. La saga El corredor del laberinto, su aparición en Star Wars: El despertar de la fuerza o su participación en Insumergible (2024) son prueba de que él mismo ha encontrado un espacio en el terreno que hoy domina las inversiones de los estudios.
Aun así, mantiene la esperanza de que la comedia romántica recupere su lugar. «Las cosas van y vienen», afirma; «cuando se hacen bien, pueden ser excelentes». Y aunque entiende que las modas cambien, celebra que Love Actually siga ocupando un rincón cálido en la memoria colectiva. «Es maravilloso que me asocien con la Navidad», admite. «No es algo de lo que me aburra. Estoy muy orgulloso de haber formado parte de ello».
Y concluye con una convicción que parece difícil de rebatir: «El amor, realmente, no pasa de moda».

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