THE MASTERMIND (2025)

 EL OJO CRITICO

THE MASTERMIND (2025)
REPARTO: JOSH O’CONNOR, ALANA HAIM, HOPE DAVIS, BILL CAMP, JOHN MAGARO, GABY HOFFMANN, RHENZY FELIZ, COLE DOMAN, RYAN HOMCHICK, STEVEN TERRY WALKER, JEAN ZARZOUR, ANGEL KERNS, D. J. STROUD
DIRECTORA: KELLY REICHARDT
MÚSICA: ROB MAZUREK
PRODUCTORA: MUBI, FILM SCIENCE
DURACIÓN: 110 min.

Hay películas que parecen construidas para ser admiradas desde la distancia, como piezas de museo que exigen silencio y reverencia, pero que olvidan provocar una verdadera experiencia. The Mastermind pertenece a esa categoría. Bajo la apariencia de un relato criminal ambientado en la América de 1970, Kelly Reichardt plantea un ejercicio de sobriedad extrema que confunde la contención con la ausencia de pulso y la introspección con un vacío difícil de justificar.


La historia gira en torno a JB Mooney, un carpintero sin empleo al que Josh O’Connor dota de un gesto permanentemente suspendido entre la duda y la resignación. Su decisión de robar cuatro cuadros de un museo local surge menos como un acto criminal que como una pulsión abstracta, una mezcla de frustración económica y ambición artística apenas definida. El problema es que el guion nunca permite que esa motivación evolucione: el personaje permanece atrapado en la misma incertidumbre durante todo el metraje, condenado a repetir silencios y miradas sin que exista un verdadero arco dramático.

Reichardt filma el atraco —teóricamente el núcleo del film— con una deliberada falta de tensión. No hay música que acompañe, ni montaje que acelere el ritmo, ni una puesta en escena que sugiera peligro o urgencia. La cámara observa desde lejos, los planos se prolongan hasta diluir cualquier atisbo de suspense y la acción se evapora en una calma tan insistente que termina resultando exasperante. Lo que podría interpretarse como un gesto poético acaba funcionando como una renuncia abierta a la emoción.

Desde el punto de vista formal, la película es irreprochable. La fotografía granulada recrea con precisión la textura de los años setenta, el diseño de producción está cuidadosamente medido y la banda sonora insiste en una nostalgia que, por acumulación, termina siendo más molesta que evocadora. Todo es elegante, todo está bien colocado, pero también todo resulta frío y autorreferencial. Da la sensación de que The Mastermind está más preocupada por subrayar constantemente su ambientación que por permitir que el espectador se sumerja en ella.

El reparto secundario refuerza esa impresión de oportunidades desaprovechadas. Alana Haim queda reducida a una presencia funcional, sin peso dramático ni entidad propia. Hope Davis y Bill Camp, como los padres del protagonista, aportan los pocos destellos de conflicto reconocible, pero sus intervenciones son breves y más simbólicas que verdaderamente narrativas, como si incluso el drama familiar estuviera condenado a quedarse en esbozo.

Al final, The Mastermind se revela como una película que se contempla más de lo que se vive. Su tono grave y su minimalismo extremo parecen querer decir mucho sin terminar de decir nada. El fracaso, la culpa o el desencanto social están ahí, pero nunca llegan a tomar forma. Reichardt filma un atraco sin adrenalina, una huida sin urgencia y un malestar sin consecuencias. Dos horas de metraje que avanzan con la solemnidad de una marcha fúnebre y la emoción de un plano fijo interminable.

Cuesta decidir si estamos ante una provocación deliberada o ante una obra que se toma excesivamente en serio a sí misma. Queda la tentación de pensar lo primero, porque la alternativa es asumir que este anticlimax permanente pretende ser cine vivo. Y lo cierto es que aquí no solo no pasa nada: ni siquiera parece pasar el tiempo.



Comentarios

  1. Esta pelicula sería la antitesis sobre las peliculas de robos perfectos, el film no tiene emoción, el atraco dista mucho de ser una cosa muy bien planeada por un grupo de atracadores. La verdad es que no sabes si tomártela en serio o como una comedia, lo que si es cierto, al menos para este que escribe estas cuatro líneas, es que resulta aburrida, tediosa y muy pero que muy fría narrativamente hablando, incluso los diálogos les falta chispa.

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