SERES OSCUROS DE LAS NAVIDADES Y EL CINE: YULE CAT: LA SOMBRA FELINA QUE VIGILA DESDE LA NIEVE.
Entre las criaturas invernales que Islandia ha legado al imaginario europeo, pocas resultan tan evocadoras como el Yule Cat —o Jólakötturinn—, un gato gigantesco que desciende a los pueblos durante el invierno para devorar a quienes no estrenan ropa nueva en Navidad. Puede parecer una superstición doméstica, un mecanismo para incentivar el trabajo de los tejedores, pero su dimensión simbólica es más profunda: el Yule Cat es la vigilancia hecha animal, la prueba silenciosa de que incluso en las fiestas hay reglas que conviene respetar.
A nivel cinematográfico, su presencia aún es discreta pero sumamente sugerente. A diferencia del Krampus o de Gryla, el Yule Cat no depende de la palabra ni del gesto humano: es pura iconografía. El cine lo ha aprovechado en producciones que buscan un impacto visual inmediato, ya sea como bestia mítica que se recorta contra la tormenta de nieve o como una sombra enorme que cruza los tejados mientras las familias se refugian en sus casas.
En varias películas y series islandesas —sobre todo en animación o proyectos orientados al público familiar—, aparece como extensión directa del universo de Gryla y los Jólasveinar. No es un monstruo autónomo, sino parte de una jerarquía invernal: la criatura que patrulla, que olfatea, que impone un orden callado. En estas versiones cinematográficas se combina lo temible con lo juguetón, creando una figura que puede resultar intimidante para un niño, pero nunca absurda. La clave está en su tamaño desmesurado, en su caminar lento y en esos ojos que brillan como brasas en la ventisca.
El folk horror contemporáneo ha empezado también a reclamarlo, aunque de manera más experimental. Algunos cortometrajes y producciones independientes lo utilizan como símbolo del invierno absoluto, ese momento del año en que las fuerzas de la naturaleza parecen capaces de devorar al ser humano. En estos relatos, el Yule Cat ya no es una advertencia moral, sino una representación casi cósmica del aislamiento y la fragilidad humana en un paisaje donde la luz apenas existe. Su figura se convierte en metáfora de lo que acecha fuera de la casa, del miedo a lo desconocido cuando la noche se vuelve interminable.
Curiosamente, el cine comercial todavía no ha apostado por él de manera plena, quizá porque su condición legendaria requiere una combinación muy afinada entre animación, efectos visuales y atmósfera. Pero precisamente por eso el Yule Cat sigue siendo una criatura con un enorme potencial cinematográfico: es versátil, simbólico, visualmente demoledor y capaz de encajar tanto en la oscuridad ritual como en un cuento fantástico con humor peculiar.

¡¡¡¡ Que lindo gatito !!!! 🤣🤣
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