EL OJO CRITICO
MALDITA TRINIDAD (2024)
REPARTO: PIERCE BROSNAN, SAMUEL L. JACKSON, BRANDON LESSARD, VERONICA FERRES, Q`ORIANKA KILCHER, GIANNI CAPALDI, DAVID ARQUETTE, TIM DALY, ETHAN PECK, KATRINA BOWDEN, ANTHONY SHARPE, BEAU LINNELL
DIRECTOR: RICHARD GRAY
MÚSICA: MARCO BELTRAMI, TRISTAN BELTRAMI
PRODUCTORA: SABAN FILMS
DURACIÓN: 95 min.
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
Maldita Trinidad (2024) se presenta como un western de resonancias clásicas sostenido por dos presencias imponentes: Pierce Brosnan y Samuel L. Jackson. Su sola reunión parece prometer una revisión adulta y crepuscular del mito del Oeste, un territorio donde la ley, la venganza y la culpa suelen cruzarse sin redención posible. Sin embargo, la película avanza con paso irregular, atrapada entre la evocación de viejas fórmulas y la incapacidad de dotarlas de una verdadera mirada contemporánea.
La historia se articula alrededor de Henry Broadway, un joven marcado por la ejecución de su padre, cuyo viaje hasta la aislada ciudad de Trinity se convierte en un descenso a un mundo gobernado por ambigüedades morales. Allí se cruzan dos figuras opuestas: el sheriff interpretado por Brosnan, representante de un orden erosionado, y el personaje de Jackson, un forajido carismático y peligroso que parece moverse según un código propio. El conflicto está bien planteado, pero el guion diluye su potencial con subtramas poco relevantes y un desarrollo narrativo que nunca termina de tensarse del todo.
La dirección apuesta por una estética cuidada, con paisajes abiertos y escenarios que remiten al western tradicional. No obstante, la puesta en escena rara vez trasciende lo decorativo. Las secuencias de acción son correctas pero carentes de verdadero impacto, y los duelos —físicos y verbales— carecen de la intensidad emocional que el relato reclama. Falta riesgo, falta aspereza, falta esa sensación de peligro constante que define al mejor cine del género.
Donde Maldita Trinidad encuentra su mayor fortaleza es en sus intérpretes. Brosnan compone a un sheriff cansado, casi melancólico, cuya autoridad se sostiene más por inercia que por convicción. Jackson, por su parte, imprime a su personaje una energía imprevisible que ilumina la pantalla cada vez que aparece. El choque entre ambos actores aporta a la película algunos de sus momentos más vivos, aunque ni siquiera su carisma logra compensar del todo las debilidades estructurales del conjunto.
En última instancia, Maldita Trinidad es un western funcional, consciente de su herencia pero incapaz de renovarla. Un ejercicio digno, sostenido por el oficio y el peso de sus estrellas, que se deja ver con interés pero se disuelve con rapidez una vez abandonadas las polvorientas calles de Trinity. Un eco del Oeste más que una voz propia.


Un western bastante potente y bien interpretado, con bonitas escenas de cabalgadas, tiroteos que no están mal, aunque los disparos suenen a petardos y un bonito uso de los espacios abiertos, sin embargo peca con una banda sonora que nada tiene que ver con el western.
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