LA PELICULA DE CULTO QUE CAMBIO LA VIDA DE QUENTIN TARANTINO.

 LA PELICULA DE CULTO QUE CAMBIO LA VIDA DE QUENTIN TARANTINO.

Hay muchas razones para sacarse el carné de conducir: independencia, trabajo, comodidad o simple placer. Quentin Tarantino, en cambio, tenía una motivación mucho más concreta y obsesiva. El coche era su pasaporte a las salas más perdidas de Los Ángeles, aquellas que aún proyectaban películas imposibles de encontrar en ningún otro lugar. Y si hubo una por la que quemó litros de gasolina como ninguna otra, fue El ex-preso de Corea, una película hoy ausente de las plataformas españolas y convertida en mito personal dentro de su educación cinéfila.

Porque El ex-preso de Corea no solo es una película, también es uno de los títulos más desconcertantes jamás concebidos en la distribución española. Su nombre original, Rolling Thunder, evocaba algo cercano a una tormenta imparable, pero aquí fue transformado en un extraño “expreso” sin tren y sin Corea que lo justifique. Todo apunta a una maniobra oportunista para emparentarla con El expreso de medianoche, con la que coincidió en cartelera. No fue un caso aislado: Silver Streak terminó convertida en El expreso de Chicago. Tarantino no pasa por alto este disparate y lo señala con ironía en Meditaciones de cine, donde reivindica el filme con pasión casi militante.

El guion de Rolling Thunder lleva la firma de Paul Schrader, apenas un año después de Taxi Driver, y vuelve a transitar los mismos territorios: hombres dañados, veteranos incapaces de regresar del todo de la guerra, fantasmas de Vietnam que siguen dictando su forma de estar en el mundo. En ese contexto, el “ex-preso de Corea” resulta todavía más absurdo, casi ofensivo para una película que habla, precisamente, de la imposibilidad de cerrar heridas.

La historia arranca cuando su protagonista regresa a casa y descubre que su familia ha sido asesinada por un grupo de delincuentes. A partir de ahí, la película se bifurca en dos impulsos inseparables: la venganza directa y la furia contra un sistema que lo moldeó como máquina de matar y luego lo abandonó en tiempos de paz. Es un relato áspero, violento y sin concesiones, que Tarantino define como “salvaje, fascista, vengativo y grandioso”.

Pero más allá de la fascinación visceral, El ex-preso de Corea ocupa un lugar especial en su vida por otro motivo: fue la primera película que le enseñó a pensar el cine. Hasta entonces, el amor por las películas terminaba con los títulos de crédito. Con esta, empezó el análisis, la reflexión, la mirada crítica. Tarantino la considera “la mejor fusión entre estudio de personaje y cine de acción jamás realizada”, una afirmación que explica su devoción casi religiosa.

Tan profunda es esa admiración que, cuando empezó a esbozar The Movie Critic —proyecto finalmente cancelado—, pidió permiso a Paul Schrader para reescribir el final de Rolling Thunder. Schrader aceptó. Nunca sabremos qué tenía en mente Tarantino, aunque su filmografía nos da pistas suficientes. Al fin y al cabo, hablamos del cineasta que reescribió la Historia a balazos y lanzallamas. Y quizá, en algún lugar de esa película no filmada, El ex-preso de Corea volvía a rodar, una vez más, por las carreteras de su imaginación.



Comentarios

  1. Miedo me da viniendo de Quentin Tarantino.🤣🤣. Pero la verdad es que no la he visto y me gustaría verla por cierto.

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