LA GUERRA GALACTICA ENTRE LOS ACTORES QUE INTERPRETARON A C-3PO Y RD-D2.

 LA GUERRA GALACTICA ENTRE LOS ACTORES QUE INTERPRETARON A C-3PO Y RD-D2.


Durante décadas, millones de espectadores han visto en C-3PO y R2-D2 el corazón emocional de Star Wars. Dos droides opuestos y complementarios, unidos por una lealtad casi fraternal, capaces de atravesar guerras, imperios y desiertos sin separarse jamás. Su química parecía tan natural que resultaba fácil creer que esa complicidad nacía también fuera del encuadre. La realidad, sin embargo, fue mucho menos armoniosa.

La historia que no se cuenta en la saga galáctica es la de Anthony Daniels y Kenny Baker, los hombres que habitaron aquellos trajes imposibles. Lejos de forjar una alianza bajo las luces del rodaje, su relación estuvo marcada desde el principio por la frialdad, el desencuentro y una tensión soterrada que nunca llegó a resolverse. Compartieron planos, promociones y convenciones durante años, pero nunca una verdadera camaradería.

El origen del distanciamiento se remonta a los días de la trilogía original, en un contexto de rodajes exigentes y condiciones físicas extremas. En lugar de unirlos, aquella experiencia común levantó un muro invisible entre ambos. Baker, intérprete de R2-D2, relató en más de una ocasión su desconcierto ante la actitud de Daniels, al que percibía como distante y desinteresado. Intentos de saludo ignorados, conversaciones cortadas de raíz y una sensación constante de desprecio fueron minando cualquier posibilidad de entendimiento. Con el paso del tiempo, sus palabras se volvieron más duras: llegó a definir a Daniels como una persona grosera y condescendiente, alguien que lo hacía sentirse irrelevante incluso dentro de una saga que ambos ayudaron a construir.

Pero la incomodidad no fue unidireccional. Daniels tampoco ocultó nunca su visión despectiva del trabajo de su compañero. En entrevistas posteriores, restó importancia a la aportación de Baker, reduciendo el papel de R2-D2 a un mero objeto sin voz ni presencia interpretativa. En otra ocasión, insinuó que su inclusión en los créditos respondía más a una tradición simbólica que a una necesidad artística. Declaraciones que, lejos de cerrar heridas, las profundizaron aún más.

La consecuencia de todo ello fue una enemistad prolongada y pública. Baker llegó a evitar eventos y convenciones si sabía que Daniels estaría presente, ironizando sobre la supuesta superioridad de su colega con un sarcasmo apenas disimulado. La prensa recogió durante años este intercambio de reproches, componiendo el retrato de una relación rota sin posibilidad de reconciliación.

Y ahí reside la gran paradoja. Mientras sus personajes encarnaban la amistad más fiel de la galaxia, sus intérpretes representaban su exacto reverso. Dos trayectorias obligadas a encontrarse, pero incapaces de caminar juntas. Aun así, de esa fricción nació una de las parejas más memorables del cine.

Hoy, con Kenny Baker fallecido desde 2016 y Anthony Daniels erigido como uno de los custodios del legado de Star Wars, aquella rivalidad persiste como una nota amarga en la historia de la saga. Un recordatorio de que, incluso en universos llenos de magia y heroísmo, las batallas más duras pueden librarse lejos de la pantalla, ocultas bajo capas de metal, cables y silencios incómodos.



Comentarios

  1. Estos dos actores fueron las dos estrellas de la saga que sus rostros siempre fueron los grandes desconocidos para espectador medio de cine, claro que para los fans de la saga, entre los que no me encuentro yo, tampoco es que le haga ascos, no sabía ni como eran debajo de toda esa chatarra.

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