FALLECE EL ACTOR ESPAÑOL CELSO BUGALLO A LOS 78 AÑOS.
Celso Bugallo Aguiar (Sanxenxo, Pontevedra, 1 de enero de 1947 - Pontevedra, 20 de diciembre de 2025)
Celso Bugallo pertenece a esa estirpe de actores que no necesitan el primer plano constante para dejar huella. Su trayectoria, construida con paciencia y coherencia, habla de un intérprete profundamente ligado al oficio, al trabajo artesanal y a una idea del cine y el teatro donde el personaje siempre está por encima del lucimiento personal.
Nacido en Galicia, Bugallo encontró muy pronto en la interpretación una forma de expresión natural. El teatro fue su primer territorio, el lugar donde moldeó una presencia escénica sólida, contenida y siempre atenta al detalle. Sobre las tablas aprendió a escuchar, a medir los silencios y a dotar de densidad emocional a personajes que, en apariencia, podían parecer secundarios, pero que en sus manos adquirían una vida propia. Esa escuela teatral marcaría para siempre su manera de enfrentarse a la cámara.
Su salto al cine no fue inmediato ni fulgurante, pero sí constante. A lo largo de los años, Bugallo se fue convirtiendo en un rostro familiar del cine español, especialmente en aquel que se mueve entre el realismo, el drama social y el cine de autor. Directores como Alejandro Amenábar, Daniel Calparsoro, Rodrigo Sorogoyen o Alberto Rodríguez encontraron en él a un actor fiable, capaz de sostener personajes complejos sin subrayados ni excesos. Su físico reconocible y su voz grave, cargada de matices, contribuyeron a construir una identidad interpretativa muy definida.
Uno de los momentos clave de su carrera llegó con Mar adentro, donde su interpretación aportaba humanidad y cercanía a un relato profundamente íntimo. Lejos de buscar el protagonismo, Bugallo supo integrarse en el conjunto, reforzando el tono emocional de la película desde la contención. Esa capacidad para sumar sin eclipsar se convirtió en una de sus grandes virtudes como actor de reparto, un término que en su caso nunca ha sido sinónimo de menor importancia.
En televisión, su presencia ha sido igualmente significativa. Series de marcado carácter dramático y social han contado con él para dar vida a figuras de autoridad, hombres endurecidos por la vida o personajes atravesados por conflictos morales. Bugallo aporta a la pequeña pantalla la misma seriedad y compromiso que al cine, entendiendo cada proyecto como una oportunidad para profundizar en la psicología del personaje, por breve que sea su aparición.
Con el paso del tiempo, su filmografía se ha ido enriqueciendo con papeles cada vez más matizados, donde aflora una mirada cansada, una dureza contenida o una melancolía silenciosa. Bugallo ha sabido envejecer en pantalla con naturalidad, convirtiendo el paso de los años en un aliado interpretativo. Sus personajes no suelen hablar de más, pero dicen mucho; no reclaman atención, pero la retienen.
Más allá de premios o reconocimientos puntuales, la carrera de Celso Bugallo se sostiene sobre algo más duradero: el respeto de la profesión y la confianza de los cineastas. Es uno de esos actores que elevan el nivel de cualquier escena en la que participan, que aportan verdad y credibilidad incluso en los márgenes del relato.
En un cine cada vez más atento al impacto inmediato, la trayectoria de Bugallo recuerda la importancia del trabajo silencioso, del oficio bien aprendido y de una forma de interpretar que no busca brillar, sino permanecer. Y en esa permanencia discreta, profundamente humana, reside buena parte de su grandeza.



Comentarios
Publicar un comentario