NAVES MISTERIOSAS (1972)

 EL CINE DE LOS AÑOS 70

NAVES MISTERIOSAS (1972)
REPARTO: BRUCE DERN, CLIFF POTTS, RON RIFKIN, JESSE VINT, STEVEN BROWN, LARRY WHISENHUNT, CHERYL SPARKS, MARK PERSONS
DIRECTOR: DOUGLAS TRUMBULL
MÚSICA: PETER SCHICKELE
PRODUCTORA: UNIVERSAL PICTURES
DURACIÓN: 90 min.
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
Antes de dirigir esta película, Douglas Trumbull ya era una leyenda silenciosa en Hollywood. Su nombre estaba ligado a los efectos visuales que cambiaron la historia del cine: 2001: Una odisea del espacio y Blade Runner llevan su firma invisible, ese pulso técnico y poético que convirtió la ciencia ficción en una experiencia sensorial. Pero con su debut tras la cámara, Trumbull no buscó la grandilocuencia cósmica, sino una reflexión íntima sobre el hombre y su relación con la naturaleza. El resultado fue Naves misteriosas (Silent Running, 1972), una joya de culto que, más de medio siglo después, sigue resonando por su pureza de mensaje.


En plena era post-Vietnam, con los movimientos ecologistas y pacifistas floreciendo, la película adoptó un tono elegíaco y profundamente humano. Su argumento —escrito por Deric Washburn, Steven Bochco y Michael Cimino— gira en torno al botánico Freeman Lowell, interpretado con melancólica intensidad por Bruce Dern, un hombre destinado a proteger los últimos vestigios de los bosques terrestres a bordo de una nave espacial. Cansado del cinismo y las burlas de sus compañeros, Lowell se convierte en el último guardián de la vida natural, dispuesto a sacrificarlo todo por preservar lo que queda de la Tierra.

A través de su mirada, la película lanza una advertencia sobre el consumismo, la indiferencia y la destrucción ambiental, recordándonos que el ser humano —tan orgulloso de su progreso— es también su mayor depredador. Las secuencias iniciales, con esa belleza de documental naturalista, parecen filmadas por el propio espíritu del planeta.

La fotografía de Charles F. Wheeler baña las imágenes de una serenidad que contrasta con la soledad del protagonista, mientras las canciones de Joan Baez aportan una sensibilidad casi espiritual, elevando el tono poético del relato. Es cierto que el paso del tiempo ha dejado en la cinta un aire setentero, incluso ingenuo, pero su mensaje sigue siendo poderoso.

Naves misteriosas no solo fue el primer paso de un maestro de los efectos especiales hacia la dirección, sino también un manifiesto ecológico en clave de ciencia ficción, una carta de amor y despedida a la Tierra.



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