EL CINE DE LOS AÑOS 70
LAS AVENTURAS DE PINOCHO (1972)
REPARTO: NINO MANFREDI, FRANCO FRANCHI, CICCIO INGRASSIA, MARIO ADORF, ANDREA BALENSTRI, GINA LOLLOBRIGIDA, UGO D’ALESSIO, VITTORIO DE SICA, ZOE INCROCCI, BRUNO BASSI, VERA DRUDI, MIMMO OLIVIERI, GIOVANNA LUCCI
DIRECTOR: LUIGI COMENCINI
MÚSICA: FIORENZO CARPI
PRODUCTORA: METRO GOLDWYN MAYER
DURACIÓN: 128 min.
PAÍS: ITALIA, FRANCIA, ALEMANIA
Si el cine italiano tuvo un cronista privilegiado de la infancia, ese fue Luigi Comencini. Ningún otro director exploró con tanta constancia ni tanta sensibilidad el universo de los niños, sus desamparos, su imaginación y su mirada sobre un mundo de adultos que rara vez los comprende. Desde sus primeros pasos con Bambini in città (1946) hasta Cuore (1984), su carrera fue una indagación continua sobre la inocencia perdida, la educación moral y la dureza de crecer en tiempos convulsos. Entre medias, transitó por la comedia, el drama y la adaptación literaria, siempre con los infantes en el centro de su relato.
Comencini no se conformó con el cine. También dominó la televisión con una naturalidad asombrosa, como prueban dos de sus obras más recordadas: Las aventuras de Pinocho y Cuore. En la primera, quizás su cumbre artística, llevó al pequeño muñeco de madera a un territorio de carne, hueso y miseria, lejos de la dulzura de la versión de Disney.
Rodada en seis episodios que más tarde se condensaron para su estreno en cines, esta adaptación de Collodi fue un acontecimiento. Su retrato de la Italia rural, áspera y pobre, con Geppetto (un espléndido Nino Manfredi) luchando contra el hambre y el frío, tenía la fuerza de una parábola neorrealista. Lejos de los barnices moralizantes, Comencini sigue el espíritu original del texto, pero lo tiñe de su inconfundible realismo social. Su hada madrina —una luminosa y melancólica Gina Lollobrigida— no es una presencia celestial, sino la sombra del amor perdido, la esposa muerta de Geppetto que guía a su hijo adoptivo con firmeza y ternura.
El Pinocho de Comencini no es un niño ejemplar, sino uno testarudo, insolente, incluso desagradable; un pequeño rebelde que aprende a golpes. Los castigos, duros y reiterados, parecen una forma de educación moral, pero también una metáfora sobre la fragilidad de los más humildes.
El final, que el propio director estuvo tentado de alterar, condensa toda su visión del mundo: Geppetto, cansado y viejo, prefiere quedarse dentro de la ballena, donde al menos hay calor y alimento. Una conclusión amarga y profundamente humana, en la que la fantasía se disuelve en el desencanto.
Las aventuras de Pinocho no es, pese a su título, un cuento infantil, sino un retrato implacable de la pobreza y una de las miradas más sinceras que el cine europeo haya dedicado jamás a la infancia.


A pesar de que los efectos visuales son mas bien caseros, las escenas de la ballena en su interior le dan un aire de inocente cuento de hadas, que en el fondo es lo que es la pelicula, que esta muy bien ambientada, retratando muy bien un ambiente de miseria. Vittorio de Sica esta irreconocible y Gina Lollobrigida esta bellísima como siempre.
ResponderEliminar