JAMES CAMERON PIDE EXCLUIR A NETFLIX POR LA CARRERA DE LOS OSCAR.
Netflix avanza con cifras de escándalo —más de 300 millones de suscriptores, un catálogo inabarcable—, pero aún carga con una espina clavada: jamás ha conquistado el Oscar a Mejor Película. La paradoja se hace más visible cada año: prestigio, grandes directores, campañas millonarias… y, aun así, la estatuilla se niega.
Ese rechazo, según muchos en la industria, no es casual. El sector lleva tiempo inquieto ante la forma en que Netflix ha redefinido lo que significa “tener éxito” sin depender de las salas. Para los distribuidores y productores tradicionales, la plataforma funciona más como una empresa tecnológica que como un estudio: financia proyectos ambiciosos, los lanza en cines lo mínimo para cumplir con la Academia y los oculta después en el océano infinito de su catálogo. ¿Cómo votar al jugador que, según ellos, debilita el ecosistema del que viven?
James Cameron ha sido uno de los que ha dejado de morderse la lengua. En plena tormenta mediática por la posible compra de Warner Bros. por parte de Netflix —una operación ante la que muchos tienen serias dudas—, el director decidió intervenir. Para él, lo ideal sería que Paramount, y no la plataforma, se hiciera con el estudio. Que Netflix se convirtiera en dueña de Warner, afirma, sería “un desastre”.
Cameron recuerda además que Ted Sarandos ha defendido en más de una ocasión la muerte de las salas. Cuando Matt Belloni le mencionó que, ahora, el directivo promete estrenos teatrales si adquieren Warner, el cineasta soltó una carcajada: una semana, diez días… “un cebo para pardillos”, dijo. En su opinión, si una película no nace para la gran pantalla, los Oscar pierden sentido.
Y fue aún más lejos: si Netflix quiere competir por Mejor Película, debería estrenar en 2.000 salas durante un mes. De no hacerlo, sostiene, no debería participar.
Mientras Cameron enciende mechas, Ted Sarandos insiste en defender su modelo, proclamando que la experiencia cinematográfica tradicional está pasada de moda y que Netflix, lejos de hundir Hollywood, lo está “salvando”. Modestia, desde luego, no es lo que le sobra.
La situación se vuelve más incómoda todavía cuando cineastas prestigiosos, como Greta Gerwig o Guillermo del Toro, aceptan proyectos dentro de la plataforma. Cada fichaje parece confirmar que la batalla por la gran pantalla se inclina hacia el streaming, aunque muchos se resistan a aceptarlo.
Y así, entre desconfianzas, declaraciones incendiarias y estrategias cruzadas, Netflix sigue persiguiendo el Oscar que se le escapa año tras año… quizá porque, para la Academia, la guerra del cine todavía se libra en las salas.

Siempre y cuando se haya estrenado en cines no veo porque se la tendría que excluir, ahora bien, pienso que una peli para ser nominada al Oscar no tendría que ser fruto de la exhibición de una semana en cines, sino que tendría que tener un mínimo de un par de meses mínimo.
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