EL GRAN SECRETO DE "SLEEPY HOLLOW" QUE TIM BURTON DESCONOCÍA.

 EL GRAN SECRETO DE "SLEEPY HOLLOW" QUE TIM BURTON DESCONOCÍA.


Durante los últimos días de montaje de Sleepy Hollow, Tim Burton vivió un momento tan desconcertante como memorable. El montador Chris Lebenzon le había enviado un tráiler definitivo para que diera su visto bueno. Todo transcurría con normalidad hasta que los créditos irrumpieron en pantalla y apareció un nombre que no esperaba ver bajo ningún concepto: Francis Ford Coppola figuraba como productor de la película. Burton, petrificado, pidió que rebobinaran. Luego llegó el grito: “¿Pero qué coño?”.

Aquella reacción no era para menos. El propio Burton explicaría después que no era la primera vez que le sucedía algo así: en Batman, jamás llegó a conocer a los productores ejecutivos que encabezaban los créditos. A menudo, quienes ocupan ese puesto viven en un terreno brumoso, casi espectral: basta con su nombre, su prestigio o su cartera para influir en el destino de un filme. Y si hablamos de Spielberg o Coppola, el poder de atracción se multiplica.

La ironía del asunto es que el director de El padrino sí tenía una presencia real —aunque silenciosa— en el proyecto. Desde American Zoetrope, su productora, Coppola no solo respaldaba las obras de su familia —las de su hija Sofia, las de su esposa Eleanor— sino también proyectos ajenos tan variopintos como Jeepers Creepers o El buen pastor. Sleepy Hollow, con su estética oscura y su pulso gótico, evocaba inevitablemente al Drácula que Coppola había rodado unos años antes, y aquel parentesco tonal terminó captando su atención. Sin que Burton lo supiera, Coppola se vinculó a la película y logró aparecer en los créditos como productor.

Pero para llegar a ese desconcierto final había que retroceder a finales de los noventa. Tim Burton atravesaba entonces uno de los momentos más inspirados de su carrera. Su adaptación del relato de Washington Irving —ese jinete sin cabeza que sembraba el pánico en una aldea condenada a vivir entre supersticiones— bordaba lo macabro, la atmósfera gótica y el humor más afilado. Era la culminación de una racha creativa deslumbrante, un largometraje que convertiría las brumas del bosque en un escenario casi mitológico.

La presencia de Coppola, por su parte, adquirió con el tiempo un aura casi legendaria. Algunos lo imaginaban como una figura huidiza, escondida en los bosques de Nueva York: más de metro ochenta, barba espesa, mirada afilada… Una sombra que pertenecía tanto al folklore del cine como al propio Hollywood. Y aunque Burton jamás llegó a encontrárselo cara a cara durante el proceso, su nombre quedó grabado en los títulos de Sleepy Hollow como un espectro poderoso que había atravesado silenciosamente la película.

Al final, la situación tenía algo de justicia poética: un film sobre apariciones inesperadas terminó siendo producido —casi en secreto— por uno de los fantasmas más influyentes de la industria. Burton solo pudo enterarse cuando ya era demasiado tarde. Y quizá, en el fondo, ese tipo de misterios también forman parte del encanto del cine.







Comentarios

  1. Excelente pelicula, para mi personalmente la mejor pelicula de Tim Burton

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