EL CINE DE LOS AÑOS 70
LA AVENTURA DEL POSEIDON (1972)
REPARTO: GENE HACKMAN, ERNEST BORGNINE, RED BUTTONS, CAROL LYNLEY, LESLIE NIELSEN, SHELLEY WINTERS, STELLA STEVENS, RODDY McDOWALL, JACK ALBERTSON, PAMELA SUE ANDERSON, ARTHUR O’CONNELL, ERIC SHEA
DIRECTOR: RONALD NEAME
MÚSICA: JOHN WILLIAMS
PRODUCTORA: 20TH CENTURY FOX
DURACIÓN: 117 min.
PAÍS: ESTADOS UNIDOS
Excelente obra cinematográfica de aventuras y supervivencia. Sólida, efectiva y lograda. Aunque presenta inevitables concesiones, trivialidades, sentimentalismos y diversos elementos superfluos, es una experiencia repleta de vigor narrativo, ideas potentes, fuerza y poder. Se asemeja a un vía crucis guiado por un clérigo siniestro, más o menos. Él es el protagonista; su introducción es rápida y directa; su mensaje es sencillo y evidente, sin rodeos ni vacilaciones: Dios no desea inacción o debilidad, espera que seamos valientes y decisivos; en otras palabras: si esperas que Dios intervenga, estás en serios problemas ("confía en la Virgen y no corras", diría la versión popular, escéptica y humorística); tú eres Dios, Dios representa tu mejor esencia, la voluntad, la inteligencia, el ferviente deseo de supervivencia, el amor, la lucha, la resistencia, lo que implica nunca rendirse y, por supuesto, la solidaridad y la unión entre iguales; sería, por qué no mencionarlo, un sacerdote nietzscheano, un "superhombre" lleno de "voluntad de poder" que desprecia, detesta, la religión como una amalgama infame de individuos pasivos, pacientes y temerosos, perpetuamente aguardando que otro actúe en su nombre y así les salve, intimidados por el temor divino, incapaces de pensar por sí mismos, cobardes y asustadizos, conservadores y milagrosos, cerriles e irracionales.
Sería, además, un moderno Prometeo que porta y lleva el fuego sagrado a sus compatriotas de desdicha, brindándoles esperanza y luz, razón y valentía, criterio y honor; enfrentándose al destino con frente en alto, sin arrodillarse jamás, rebelándose con un orgullo voraz, casi luciferino, pura ira encarnada en una forma tan tensa y humana.
La narración es elemental: un déspota mezquino y miserable obliga a aumentar la velocidad de un barco en decadencia. El trasatlántico maldito se llama Poseidón, y el dios de las aguas y de todos los mares, conocidos y por conocer, se siente aludido, observa el gran desaguisado y decide intervenir, tomar cartas en el asunto; exige sangre, se siente sumamente ofendido, demanda sacrificios humanos que lo honren y lo calmen, que mitigen su inmensa ira, que lo compensen por tener que soportar, por enésima vez, el espantoso y calamitoso espectáculo de la avaricia y la negligencia, de la frivolidad y la insuperable necedad del ser humano, por lo que envía una ola letal, bíblica y salvaje, que llega con hambre acumulada, y hunde el maldito barco, pero les concede unas horas de tiempo; a ver qué hacen o inventan, cómo logran entretenerlo. Y Hackman, el héroe mitológico, tiene claro su objetivo: ascender, elevarse, asaltar los cielos, levantarse del fango, alzarse del suelo; la mayoría, en cambio, prefiere optar por la dilación cobarde y mediocre, por contemporizar y hacer bulto, por matar el tiempo y, de paso, rendir un homenaje desesperado al más pusilánime y embrutecedor seguidismo.
Han pasado muchos años y se ha hecho un remake, pero sigue siendo una pelicula que no ha pasado de moda. Los actores están magníficos en especial Hackman y Borgnine y sin olvidarnos de Shelley Winters. Un clasico no solo del cine de catastrofes, sino del cine en general.
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