DIÁLOGOS DE CINE: Cazador blanco, Corazón Negro (Clint Eastwood, 1991)

 DIÁLOGOS DE CINE

Cazador blanco, Corazón Negro (Clint Eastwood, 1991)
Una de las escasas obras cinematográficas dirigidas por Eastwood que resultó en un fracaso comercial, aunque recibió elogios críticos desde su estreno, presenta uno de los intercambios más finos y excepcionales que haya creado. Este diálogo no aborda sus grandes temáticas, como el amor, la culpa o el humanismo, sino que se centra en cuestiones mucho más cotidianas.
-Bueno, no irá a decirme que usted también es judío.
-No, no. Desde luego que no porque sería mentira y yo no quisiera decirle una mentira. Pero me gustaría mucho contarle una anécdota.
-Sí, las anécdotas me encantan.
-Pero no debe interrumpirme porque es demasiado bonita como para hacerlo. Estando yo en Londres a principios de los 40 cenaba una noche en el Savoy con un grupo de gente bastante selecta y a mi lado se estaba una mujer bellísima, tanto como usted.
-Ahora es usted quien me toma el pelo.
-Escuche por favor, mientras cenábamos y caían las bombas hablábamos de Hitler y le comparábamos con Napoleón. Todos decíamos cosas acertadas y luego de repente aquella mujer habló y dijo que lo único que no le molestaba de Hitler era cómo trataba a los judíos. Naturalmente todos nos lanzamos contra ella, aunque en aquella meas no había ningún judío, pero ella insistía. ¿Me está escuchando?
-No debo interrumpir a papá, ¿recuerda?
-Exacto, es demasiado bonita para hacer eso. En fin, ella empezó a decir lo que opinaba de todo aquello y que si pudiera los mataría a todos quemándolos en hornos igual que Hitler. Todos nos quedamos en silencio hasta que yo dirigiéndome a ella le dije: Señora, le aseguro que he cenado con alguna de las zorras más asquerosas de mi época y he cenado con alguna de las zorras más asquerosas del mundo entero, pero usted, señora, es la zorra más asquerosa de todas. En fin, ella se levantó para irse, tropezó con una silla y cayó al suelo y todos seguimos sentados. Nadie movió un dedo para ayudarla. Y al final cuando pudo levantarse le dije una vez más: Usted, querida, es la zorra más asquerosa con la que he cenado jamás. Y sabe qué ocurrió: Al día siguiente ella fue a denunciarme a la embajada americana y me llamaron para reñirme y luego cuando investigaron averiguaron que ella era un agente alemán y la detuvieron. ¿Qué le parece?
-¿Por qué me ha contado esa anécdota?
-Pues no sé, no es que crea que es usted un agente alemán, querida, pero esta noche tenía ganas de decirle a usted lo mismo y no quería que pensara que no lo había dicho nunca: Usted señora es la… bueno ya conoce el resto.



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